sábado, 16 de agosto de 2014

El gigante de la Transición se desploma



Dicen que a veces los sueños se entretienen en las ramas del tiempo y allí quedan detenidos sin motivo. Tal vez España se enredó en su propio sueño y se durmió en él y ahora despierta en esta pesadilla intrusa en la que nos encontramos; en la que el nombre heroico de la Transición se desploma como un gigante con pies de barro y nos deja con las manos vacías y la memoria enferma.

Tal vez debimos pedir más, aspirar a más y no conformarnos con una libertad partida que miraba ciegamente hacia el futuro, intentando olvidar un pasado gangrenado que antes o después tendría que alcanzarnos. Quizá deberíamos haber exigido a los adalides de la nueva libertad sus referencias humanas antes de dejar en sus manos, inocentemente, el timón de nuestras vidas.


Pero todo eso es pasado, ahora tendremos que exigir como ciudadanos maduros lo que como niños ilusionados no supimos pedir antes. Es el momento de que la política comience a ser un referente para el pueblo y no un pozo infecto en el que todo se salva con una mentira más o con un nuevo chivo expiatorio arrojado a las llamas de los sacrificios por el bien común del resto de la escoria. Tal vez, por fin, es la hora de que cada ciudadano tenga un nombre y una mirada, y no sea un número que añadir a una lista de criaturas invisibles a las que trasegar de un extremo a otro de una encuesta como gotas entre vasos deformados.

Paloma Ulloa

No hay comentarios: