martes, 23 de enero de 2018

sábado, 6 de enero de 2018

Alegría



Alegría era un barrio oscuro y triste que se había quedado encerrado entre garras de hormigón y vías de tren. Nadie paseaba por sus calles, los vecinos se arrastraban hasta el interior húmedo de los portales mohosos como cucarachas huyendo del sol y salían a escondidas, ocultando sus sombras a la luz. Los edificios, clavados en encías descarnadas, habían sido, tiempo atrás, la envidia de la alta burguesía, y ahora languidecían como triste testimonio de la decadencia de lo hermoso. A veces una cornisa esculpida se desplomaba sobre la acera y allí se quedaba durante días o semanas o hasta que la erosión la iba deshaciendo en arenas llevadas por el viento.


Nadie quería entrar en Alegría porque era el último refugio de los desheredados, los pobres, los delincuentes, las putas y los desahuciados y, una vez dentro, ya sólo se podía salir triturado por las miserables garras de la muerte. Pero una tarde las excavadoras comenzaron a roer las aceras y arrancaron la mugre de piedra del suelo. Del interior de sus nidos oscuros comenzaron a salir sombras resignadas que se dispersaron ateridas hacia la oscuridad de los márgenes del barrio en busca de otros nidos en los que desaparecer en silencio y desde donde contemplar el trabajo laborioso de las grúas que levantaron un corazón de hierro y cristal que mantuviese vivo el temor al dios financiero y cruel que los había expulsado de su seno.

jueves, 4 de enero de 2018

Isaías


Isaías había llegado a este lado del mundo atravesando el océano inmenso en un pájaro metálico. Todo comenzó después de recibir una carta de su padre en la que le hablaba de España y le decía que pronto iría a buscarlo para vivir juntos en Europa; y él se imaginó ciudades de cristal, gente hermosa, feliz en medio de la abundancia de aquel primer mundo, pero al llegar, sólo nos encontró a nosotros...

miércoles, 3 de enero de 2018

Alcorque


- Dame una palabra, abuelo, tú que siempre tienes viejas y polvorientas reliquias guardadas en el aparador.
- Alcorque.
- Suena a tierra y a agua y a acequia.
- Sí.
- Y a plantas bien cuidadas.
- Tal vez.
- Y a paseos de domingo de la mano de mi padre, y a huerta pequeña, urbana, en el centro de la plaza, y a café caliente en el otoño, cuando crecen las calabazas incendiarias y se acortan los días para que comiencen las largas noches del invierno.
- Sí, a todo eso suena. Pero también a flores de primavera y a recuerdos de mi infancia, cuando el tiempo era más calmo y transcurría sin fisuras hacia el infinito y la gente no decía las palabras que se ponen de moda aunque no las comprenda.

martes, 2 de enero de 2018

Amelia



Cada tarde Amelia vuelve a casa con las medias astilladas de cansancio y el alma exhausta, alzándose dificultosamente sobre unos tacones de feminidad engañada con los que pretende sentirse mejor.

Madrugada


Me gustan los rostros alucinados que transitan por el metro, antes del amanecer, de puntillas por la vida recién desperezada. Los cuerpos se mueven macilentos, con un regusto a sueño escaso y a pereza que no se pueden ocultar detrás de los abrigos y el maquillaje.
Algunos esconden la mirada entre las páginas de un libro, otros se duermen, mecidos por el vaivén cadencioso de las vías, pero los hay que también inundan sus cerebros con músicas estridentes que los arranque de la realidad empecinada.
Me nombro espectadora invisible de todos los viajeros anónimos que se cruzan conmigo. Observo sus zapatos reventados o minuciosamente limpios, los bolsos, contenedores de secretos inimaginables, los abrigos y bufandas y sombreros que pretenden hurtar el frío a las pieles pálidas de sueño. Y tejo historias sobre sus vidas, sus recuerdos, sus deseos, que se cruzan entre gente a la que nadie importa y de la que nadie sabe nada.

lunes, 1 de enero de 2018

Nieva en mí


A veces nieva en mí. Caen pequeños copos vaporosos en mi alma y me derrito en una catarata de emociones indescifrables. A veces, el tiempo me palpita en las sienes con la constante urgencia de un reloj, y me vacío de palabras y me lleno de amnesias para sobrevivir.